Duberney Moreno se sabe de memoria las características del río más salvaje de Australia. Nunca ha salido del país, poco conoce de esa cultura, pero diseñó un detallado croquis con la topografía del recorrido, la velocidad de descenso y los obstáculos que enfrentarán los competidores que se atrevan a sortear las aguas turbulentas del Tully. Lleva menos de un año practicando rafting. Es un novato –como él dice– si se compara con los 13 años que combatió en la guerrilla. Sin embargo, no se le nota. Aprendió en tiempo récord, habla del deporte con tecnicismos, y recuerda que alias el Paisa le dio el primer impulso y el segundo, la comunidad internacional, cuando le dijeron que en mayo cruzaría el Pacífico para participar en un campeonato mundial.
Mientras el Paisa le huye a la JEP; sus excombatientes de la Teófilo hacen historia en tiempos de paz con un proyecto visible, audaz y con proyección internacional.
Este exguerrillero de las Farc descendió innumerables veces por los caudales de los ríos colombianos, esquivando los pasos del ejército. Lo hacía por seguridad y sin ninguna ciencia. Solo después de la firma del acuerdo de paz, en la zona veredal de Miravalle en Caquetá, supo que con la indumentaria adecuada y algo de técnica, lo que hacía era un deporte y tenía nombre. Al comienzo él se encargaba de grabar con un dron los primeros descensos deportivos de sus compañeros entre las peñas del río Pato. Pero año y medio después de dejar las armas, Duberney hizo a un lado su pasión por la tecnología y decidió integrarse al equipo hasta convertirse en guía de rafting. Y desde que comenzó a practicarlo, se le notó la destreza.
Cinco excombatientes de la columna móvil Teófilo Forero y tres campesinos de la región fueron catalogados como guías certificados por la Federación Internacional de Rafting. Más de 100 turistas los han visitado en los últimos meses. Foto: Misión de la ONU
Foto: Misión de la ONU
La emoción se le siente desde mucho antes de subirse a la balsa. Sin embargo, sonríe aún más cuando el carro llega al punto de partida y tiene en frente el primer rápido de bienvenida, como identifican los guías el inicio del recorrido. Pero este excombatiente de 36 años también siente miedo. Al menos lo experimentó cuando los visitó el presidente honorario de la Federación Internacional de Rafting, Rafael Gallo. “Él me escogió para que lo llevara en mi bote. Éramos seis, entre ellos dos personas de la ONU. Como hay tantas curvas y piedras en El Pato, toca descender cambiando constantemente de orilla a orilla, me preocupaba que la balsa se volteara”, recuerda. Pero todo salió bien. Duberney los guio con agilidad y determinación, habilidades que los turistas notan tan pronto suben a la frágil balsa para desafiar, bajo su mando, esas aguas rebeldes.
Una vez empieza el descenso por esos 9 kilómetros que se ajustan a las condiciones del río donde competirá en Australia, los turistas pueden medir si tienen o no la resistencia necesaria para practicar este deporte extremo. Al mismo tiempo, pueden observar una variedad inimaginable de especies animales y vegetales que surgen en el recorrido. El río Pato alcanza 60 metros de ancho en algunos puntos y en otros, el caudal zigzaguea, angosto y profundo, entre un laberinto de peñas que muchas aves aprovechan para armar su nido. Por eso, en Miravalle los excombatientes ofrecen un paquete más reposado: el de canotaje. Así, quienes solo quieren detenerse a disfrutar de la naturaleza pueden hacerlo sin tanto vértigo.
Pero no solo Duberney se embarcó en la aventura de transformar la histórica zona de retaguardia guerrillera en un paraíso turístico. Los miembros de la columna Teófilo Forero, otrora punta de lanza de las Farc para hacer la guerra, conservan el mismo ímpetu para construir la paz. Con esa imagen se queda todo el que visita el Espacio de Capacitación y Reincorporación en Caquetá.
Fuente: Revista Semana